El Acuerdo de Facilitación del Comercio (AFC) de la Organización Mundial del Comercio (OMC), firmado en la IX Conferencia Ministerial celebrada en Bali (2013), es el primer acuerdo multilateral concluido en el ámbito de la OMC desde su creación. El AFC comprende un conjunto de acciones y compromisos que, además de proporcionar un aumento de la transparencia y la reducción de la burocracia en las operaciones, incrementará la competitividad de los productos transados multilateralmente.
Vigente desde el 22 de febrero, el AFC se basa en la promoción de la celeridad de las operaciones de comercio exterior y refleja una profundización del principio de no discriminación entre los miembros, principio orientador del sistema multilateral de comercio desde el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT, por su sigla en inglés). Dentro del alcance del Acuerdo se incluyen acciones que pretenden un incremento en la agilidad de los procesos de importación y exportación de los miembros de la Organización. Estas acciones incluyen una mayor transparencia de las regulaciones comerciales de los países, como la publicación y administración de reglas claras para la clasificación y determinación de la valoración en aduana, la libertad de tránsito para bienes que circulan de un país a otro, así como dentro de un mismo país, y la divulgación de informaciones sobre todas las tarifas arancelarias, impuestos y tasas aplicadas sobre las importaciones y exportaciones.
Además, el AFC también trata de cuestiones procesales (procesamiento electrónico de informaciones aduaneras) y proporciona una especie de resumen de mejores prácticas de comercio internacional con miras a proporcionar una mayor transparencia para los operadores de comercio.
Esta mayor transparencia y agilidad en las operaciones de comercio exterior a través de AFC impactan directamente en la competitividad de las exportaciones de las economías que forman parte de la OMC. De acuerdo con las proyecciones iniciales de la Organización, el flujo global de bienes y servicios puede aumentar hasta US$ 1 billón por año con la entrada en vigor del AFC, además de generar una reducción de costos, promedio, del 14,3% en el comercio global.
Estados Unidos: miembro activo en la aprobación del AFC y entusiasta en la OMC
Un breve análisis de la participación de los Estados Unidos en la aprobación de lo que se conoce como el Paquete de Bali – que incluye el AFC – debe tener en cuenta el contexto de las negociaciones en el marco de la OMC de ese momento.
En 2013, la Organización convivía con el fracaso de las negociaciones de la Agenda de Desarrollo propuesta por la Ronda de Doha, interrumpidas por un gran impasse con relación a los temas de agricultura. La inexistencia de acuerdos multilaterales firmados desde el surgimiento de la Organización en 1995, junto con la conclusión de Conferencias Ministeriales sin ningún resultado concreto, podrían amenazar todavía más el espacio negociador de la OMC. Así, era necesario salir de la Conferencia Ministerial en Bali con un resultado concreto: los miembros de la Organización decidieron concentrar sus esfuerzos en la negociación de un paquete de medidas que generara mayor consenso.
En ese contexto, desde el comienzo de los preparativos de la Conferencia, un acuerdo sobre la facilitación del comercio fue elegido como la pieza central del paquete de medidas, tanto por no incluir temas sensibles para los miembros, como por la percepción general positiva del poder de este acuerdo de generar ganancias reales para todas las economías.
Sin embargo, durante las negociaciones en Bali las dificultades reaparecieron una vez que India pasó a exigir que los programas de subsidios agrícolas no fueran cuestionados durante la ratificación del Paquete de Bali, dando inicio a un enfrentamiento directo con los Estados Unidos, gran entusiasta del AFC. Después de extensas negociaciones, los Estados Unidos y la India lograron llegar a un acuerdo que convenció a ambas partes, lo que permitió la firma del AFC en diciembre de 2013[1].
Estados Unidos fue el tercer miembro de la OMC en ratificar el Acuerdo, el 23 de enero de 2015. Desde entonces se han convertido en grandes promotores de las ventajas que el AFC puede generar para la economía mundial – sobre todo para los países en desarrollo y menos adelantados – a través de donaciones para capacitación[2] y la participación de grupos como la Global Alliance, organización que reúne empresas y gobiernos y busca aprovechar su experiencia en el tema para promover la facilitación del comercio[3]. En esa misma línea, los Estados Unidos de Barack Obama también implementaron la Ley de Facilitación del Comercio, Aplicación y Cumplimiento (Trade Facilitation and Trade Enforcement Act, 2015)[4].
Cabe señalar que el apoyo al Acuerdo recibido de Estados Unidos puede explicarse principalmente por las ganancias económicas experimentadas por este país a lo largo de los años y por la experiencia de la mayor economía del mundo en este asunto. Un estudio de 2015 elaborado por la OMC, muestra que las ganancias estimadas con el acuerdo son de US$ 1 billón anuales, además de la reducción promedio del 14,3% en los costos relativos al comercio internacional[5], como se mencionó anteriormente. El mismo estudio muestra que, a menudo, estos costos son superiores a los gastos incurridos con los aranceles de importación. Por ejemplo, el estudio muestra que costos como distancia, cuotas arancelarias, fletes, diferencias culturales y otros costos relativos al comercio equivalen al 70% de los aranceles de importación en una relación comercial entre Estados Unidos y Alemania, lo que puede ser sensiblemente disminuido con las medidas del AFC.
Asimismo, cabe resaltar que además de las ganancias económicas estimadas, Estados Unidos no debe enfrentar grandes dificultades para implementar el Acuerdo. Tomando en consideración tres indicadores diferentes, el país se encuentra bien calificado en relación a los criterios vinculados a la facilitación del comercio. De acuerdo con el indicador del Informe Mundial de Capacidad Comercial (en inglés, Global Enabling Trade Report) del Foro Económico Mundial[6], que evalúa más de 90 temas sobre la economía de los países, Estados Unidos se encuentra en la posición 22 entre aquellos con la mayor capacidad de facilitar los flujos de comercio, con especial énfasis en la eficiencia y la transparencia aduanera[7]. La base de datos sobre Comercio Transfronterizo del Banco Mundial[8] muestra indicadores positivos para Estados Unidos – por ejemplo, sólo dos horas para que una empresa sea autorizada a exportar su producto por las autoridades aduaneras, además de un costo relativamente bajo para el cumplimiento de la reglamentación necesaria para exportar.
Además, los Indicadores de Facilitación del Comercio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)[9] (ver Gráfico 1), que califican la facilitación del comercio de los países entre 0 y 2, conceden a Estados Unidos una nota de 1,7, una de las más altas del mundo.
Conjuntamente a los aspectos relacionados con la facilitación del comercio, Estados Unidos es usuario frecuente del Órgano de Solución de Diferencias (OSD) de la OMC. Inclusive, desde la creación de la Organización, Estados Unidos fue el país que más utilizó este sistema. Actualmente, de las 524 disputas iniciadas ante el OSD, Estados Unidos participó en 114 casos como parte reclamante, 130 casos como demandado y 140 casos como terceros, lo que muestra la confianza del país en la seguridad jurídica del sistema en las dos últimas décadas.
Trump, la OMC y la Facilitación del Comercio
En diversos momentos de su campaña electoral, el presidente Donald Trump amenazó con una posible salida de los Estados Unidos de la OMC. En su propuesta titulada Agenda de Política Comercial 2017[10] (en inglés, Trade Policy Agenda 2017), Trump dejó claro que tanto la OMC como las decisiones de las disputas en este ámbito pueden ser repensadas y eventualmente desconsideradas si, a juicio de la actual administración, los intereses estadounidenses no fuesen observados.
Es cierto que Trump proclamará siempre un discurso más proteccionista y amenazador sobre el orden internacional global. Sin embargo, en lo que se refiere a la OMC, una posible salida de Estados Unidos de esta Organización priorizando acuerdos de comercio bilaterales generará impactos no sólo para el sistema multilateral pero sobre todo, para ellos mismos.
Una eventual salida del país impediría, por ejemplo, la utilización del OSD para resolver diferencias comerciales. Esto llevaría a que Estados Unidos debería discutir caso por caso las disputas comerciales que puedan surgir en el futuro, además de no poder exigir que los otros países cumplan la legislación común del comercio internacional en las operaciones de comercio exterior con Estados Unidos. La ausencia de esas reglas podrían someter al país en innúmeras “guerras comerciales”, que podrían perjudicar sobremanera la economía estadounidense y sobrecargar la diplomacia de aquel país buscando soluciones únicas para cada problema y disputa comercial que pueda surgir.
El efecto nocivo para la economía estadounidense, mayor importadora del planeta y el país con mayor número de empresas transnacionales hoy en día, es incalculable. Sin duda, una eventual salida de este país de la OMC debe traer muchas más desventajas que ventajas para la economía y el efecto sería devastador para el país.
En lo que se refiere a desventajas, un pequeño ejemplo de la posible implosión en el mercado doméstico estadounidense es el efecto de las sanciones que el presidente Trump afirma que colocará en práctica contra China y México. En ese sentido, es importante recordar que China es la mayor acreedora de títulos de deuda pública de Estados Unidos y que gran parte de las plantas industriales de empresas estadounidenses se encuentran instaladas en México. Pérdida de eficiencia, aumento de costos y desempleo serían algunos de los efectos inmediatos en un futuro, no tan distante, para Estados Unidos.
Las administraciones que precedieron a la de Donald Trump fueron grandes portavoces del libre comercio, papel que Estados Unidos ha desempeñado desde el final de la II Guerra Mundial, como la economía más grande del planeta. No es casual la participación activa del país en la negociación y firma del AFC en la Conferencia Ministerial de Bali.
De esta forma, pregonar por la deconstrucción del modelo de globalización liderado por Estados Unidos a lo largo de las últimas décadas, además de significar el quebrantamiento de un importante patrón de la política exterior del país para temas de comercio internacional, seguramente traerá perjuicios aún inmensurables para el mundo entero pero, sobre todo, para los propios estadounidenses.